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Filsa 2014, un recorrido con ojos de público.

Filsa 2014, un recorrido con ojos de público.

Durante años en el colegio y empezando la universidad no solo fui publico sino que trabajé en la feria del libro de Viña del mar, instancia que conozco por dentro desde la instalación del primer fierro de stand, hasta que se carga la última caja con saldos.

Pero además, casado con una brand manager de una empresa internacional, me toca acudir y observar el funcionamiento de muchos eventos de este tipo, la mayoría de las veces mucho más específicos, pero también manejados por empresas muy competitivas.

No había ido nunca a FILSA, mi poca cercanía anterior con Santiago especialmente me lo había impedido, y es que en general a pesar de mi gusto por la literatura, el pago de una entrada, dificultades supuestas de estacionamiento, falta de actividades interesantes, etc. Habían conspirado para que siempre hubiera algo más importante que hacer, si esto me pasaba a mí un escritor en ciernes, imaginen a un público no lector.

El concepto en si es poco amigable para el público masivo, olvidémonos un momento del cariño por el libro y veámoslo con una visión del ciudadano de a pie normal que lee poco o nada:

- Cobro de entrada: estoy de acuerdo que se debe cobrar o al menos mantener una forma de filtro, pero ojo, eso siempre se debe bascular con respecto al interés del público, es una feria, necesito que la gente entre a comprar.

- Concepto muy arraigado de evento muy específico/fome: aceptémoslo, con la baja aceptación de la lectura entre los chilenos, una gran parte de la población no le interesa ir a un lugar donde solo hay libros y vejetes aburridos que hablan de ellos.

- Comercialización total: otro concepto bastante arraigado es que se trata de solamente un evento de compras (donde hay que pagar para ir a comprar, algo que crea resistencia inmediata), y de hecho solo voy a comprar libros, un producto que a la gran mayoría de los chilenos no les interesa.

Estas trabas son bastante difíciles de cambiar:

La entrada.

Se debe cobrar, aunque se debe considerar siempre que esto es para filtrar indeseables no para generar ganancias (las ganancias deberían ir netamente de la venta de libros), y dando mejores posibilidades de canje para el público objetivo, si el tipo se dio el trabajo de imprimir o incluso mostrarme en el teléfono una invitación con su nombre para un evento debería poder pasar sin problemas, me interesa que entre y compre, eso es lo medular.

Punto aparte es el hecho que teniendo un apoyo estatal para un evento cultural masivo de hecho se cobre entrada, que parece algo bastante discutible a priori (y de paso los demás cobros que se dan)

Fomedad.

El evento en gran parte es aburrido para el público masivo, es lógico en cierto modo, pero apunta demasiado a un “mercado objetivo” y tampoco lo hace bien, no cuento con todas las cifras, pero uno tiende a afinar el ojo cuando ha visto estas instancias varias veces.

Veámoslo pensando en la afluencia general: saquemos a todo lo que es “personal” trabajando (vendedores, autores, editores, etc)(no público), luego saquemos a familiares y amigos que van específicamente por algún evento (lanzamientos, performance, etc. gente que de hecho no habría ido a la feria sin una razón especifica)(invitados), saquemos a los fans más acérrimos que de hecho van varios días y que son el grueso del público (público cautivo), y por ultimo saquemos a las pocas “familias” que van solamente por temas de “educar” a los niños (publico obligado).

Lo que nos queda es más menos el público que viene a la feria como evento en si, como panorama de fin de semana: ¿menos del 20%?

Las cifras de la filsa deben ser analizadas más allá del numero macro (un evento de tantos días obviamente tendrá miles de visitantes, pero hay que ver si tiene todos los que debería), yo mismo fui 3 veces, en dos de ellas pague mi entrada, otros autores lo hicieron más veces, también muchos colaboradores especialmente de editoriales pequeñas. Al ojo, eso implica que entre el 20 y 30% del público contabilizado probablemente es “personal” entrando y saliendo, gran parte en términos absolutos está bien que pague, pero no debe ser incluido en cálculos de “publico atraído”.

Esto dependerá especialmente si el público contabilizado es con entradas o por conteo, si es por conteo, probablemente la cifra está muy inflada por el “personal”, algo que en instancias como la filsa que duran semanas es un numero bastante alto al sumarse día a día si no está hecho bien.

Si analizando llegamos a la conclusión de que el público no especifico es solo el 20% (cifra por lo demás similar a lo que podríamos ver por ejemplo en una feria de camiones) no solo la conclusión es que el evento no está siendo atractivo para el público masivo, sino que además no cumple muy bien el mandato detrás del uso de dinero fiscal de fomentar la lectura a nivel global.

Filsa 2014 estipula que el número de visitantes fue de 260.000 en 17 días, o sea poco más de 15.000 al día mayoría de ellos repetidos (ojo con el desglose de público, si dejamos solo publico directo debe bajar a menos de 10mil). Esto es similar por ejemplo a eventos mucho más específicos (con menor personal y generadores de muchos más ingresos directos) como el salón de automóvil (12.000 día), y lejos de eventos masivos como lollapalooza (80.000 por día) o FIDAE (30.000 por día), de hecho en cifras está bastante similar a la comicon (9.000 por día), un evento que supuestamente es bastante menor y con un público más acotado, o Festigame (aprox 12.000 por día) (ojo que la pequeña industria de videojuegos nacional está cerca de alcanzar las cifras de venta de la industria editorial).

Ninguno de esos eventos cuenta con apoyo estatal ni cumplen funciones de fomento educacional.

¿Porque no resulta atractivo para el público general?

Porque huele a fome, esa es la explicación informal directa y obvia (Nuevamente veámoslo desde el punto de vista del no lector), en su mayoría es vender libros y eventos alusivos.

La mayoría de los eventos son mortalmente aburridos para la gran mayoría, hecho por lo demás muy visible dada la escasa afluencia de público en la mayoría de ellos, las historias sobre salas semi vacías incluso en caso de presencia de “figuras internacionales” están a la orden del día, muchos lanzamientos de hecho fueron con baja afluencia de público, esto obviamente se acentúa cuando restringimos la entrada a los principales interesados (autores por ejemplo).

La poca flexibilidad horaria también juega en contra, habían muchos eventos, pocas salas y varias veces un evento exitoso debió terminar para dar paso a uno que no tuvo convocatoria, eso pasa directamente porque no hay un estudio previo, si se trató de efectivamente dar la mayor cantidad de posibilidades a todos me parece encomiable (aunque no lo creo mucho), pero si solo se trató de inflar tratando de hacer cualquier cosa para llenar el calendario se hizo con poca prolijidad.

Comercialización.

La feria es vista como una feria, obvio, donde se transa un cierto tipo de producto, en este caso los libros, pero, si la percepción general es que solo se puede ir a la feria a comprar libros, un producto que tiene un bajísimo volumen de venta a nivel nacional, lo lógico es que en general el público que acuda solo sea el escaso público que compra libros lo que sigue por lo demás estancando las bajas ventas.

Comparémoslo por ejemplo con las ferias de videojuegos como festigame, el grueso de la gente no va a las ferias de videojuegos a comprar, eso sería difícil dado a que por ejemplo el precio de estos es prohibitivo en grandes cantidades, el público entonces acude porque resultan interesantes, ven nuevos productos, interactúan con las tecnologías (disponibilidad de juegos, consolas, etc), tienen eventos masivos muchos de ellos que escapan a lo meramente de videojuegos (películas, charlas, cosplay, anime, etc), hay interacción con otras formas de comercialización (merchandising, figuras, juguetes, etc), otros productos (mangas, libros, películas, etc), estas ferias se transforman en eventos transversales, son entretenidos, son panoramas para diversos tipos de público, presentan posibilidades de compra diversas, etc.

Si aplicáramos la fórmula de filsa, (voy a exagerar un poco para que se entienda) seria juntar solamente programadores, dar charlas de renderizacion, y vender juegos sin caratula.

Algunos dirán que si se mezclaran las cosas, podríamos sacar al libro como actor principal, se “prostituiría” la FILSA (en el hipotético caso que consideráramos inocentemente que efectivamente la filsa no es un ente que busca solo su propio lucro), que se chacrearia todo, o peor… se perdería el carácter “elitista” del mundo literario (una elite bastante pobre).

Ok, puede ser, pero no nos quejemos entonces de baja afluencia o ventas, si lo vamos a dejar como un evento cultural, entonces que se haga bien, que impulse cultura, no esa mezcla demasiado chilensis de “hago como que es cultura, pero trato de llenarme el bolsillo”.

En este momento, no hay que ser un experto para ver que claramente la FILSA se supone que debería cumplir varios objetivos culturales, educativos, comerciales, etc. Pero en general solo cumple con generar ganancias para los organizadores, lo que es entendible, pero podría generar mucho más bien hecha. Al analizar todo desde el punto de vista comercial/marketing, etc, resulta claro que la prioridad fueron los factores económicos, pero solo orientados a la organización, no a potenciar el evento en sí.

Esto es importante porque FILSA 2014 saca cuentas alegres que no parecen muy aterrizadas con la realidad, el número efectivo de asistentes a pesar del masivo número de días (muchos se repitieron el plato varias veces por ejemplo, y recordemos que hubieron promociones e incluso gratuidad ciertos dias) es bajo y de hecho estancado del año pasado, la venta de libros creció un 3%, pero probablemente muchos de ellos son netamente material de best sellers, y otros por ofertones. No tengo experiencia suficiente para valorar si se abrieron muchos nuevos espacios con respecto a ediciones anteriores, pero hay que analizar el tema con la cabeza fría y sacándola del mundillo editorial tan alejado de la realidad normal empresarial.

Autores y otros actores del medio

Las ferias del libro, son instancias de interacción de los autores con el público, esa es su estructura primaria (junto con proveer de plataformas para generación de negocios/proyectos, concentrar difusión, etc), como tal la prioridad de toda feria debería ser concentrar el mayor número de autores posibles.

De hecho ese era supuestamente el lema de FILSA 2014.

Mas autores dando vueltas en la feria me significa:

- Más autores autografiando/conversando con lectores: o sea más libros vendidos y más gente que viene a la feria.

- Mas autores asistiendo a eventos como lanzamientos, mesas redondas, etc: o sea autores que atraen más público a los eventos y ergo más público a la feria.

- Mas autores generando instancias de difusión/prensa: o sea más difusión y prensa para la feria.

- etc

Para cualquier feria literaria, el autor (entiéndase no solo escritor, también ilustrador, guionista e incluso editor) es el espectáculo y la moneda de cambio, mientras mas halla dando vueltas todos los días, más gente acude. Los autores son los actores de esta obra que llamamos feria, nadie más, el que se restrinja el acceso a los autores, se entreguen pocas credenciales, etc. Es absolutamente inconcebible.

Filsa 2014 fue, a mi entender, poco amigable con sus principales recursos, los autores, así de simple, eso es una tontera, es como organizar lollapalooza y ponerle problemas a los músicos.

Los stands

Más allá de la obvia diferencia entre los antediluvianos templos de las grandes editoriales, versus las editoriales independientes, casi relegadas a un espacio secundario, en comparación mal distribuido, mal ventilado, etc. Algo que me llamó mucho la atención fue la absoluta uniformidad de los stands.

No importa si se trataba de editoriales jóvenes o añosas, libros de ficción o autoayuda, o lo que carajo se tratara de vender, prácticamente TODOS LOS STANDS ERAN IGUALES, y no solo por una estructura que lógicamente es estandarizada (una empresa construye todos los stands, algo obvio), sino la manera de presentación:

Una pared llena de libros, cuya profusión depende netamente del número de títulos disponibles o mayormente de la cantidad de editoriales que “hicieron una vaca” para pagar conjuntamente el local (locales que efectivamente resultaban ridículamente caros versus los cánones normales de esta clase de eventos, y eso que estoy acostumbrado a stands varias veces más apoteósicos que incluso los de las grandes editoriales)

Un mesón repleto, donde en general el orden de los libros no era muy cuidado.

En el mejor de los casos alguna pequeña mesita donde un autor de turno firmara (los puestos donde esto no se dio en profundidad deberían ser candidatos absolutos a buscar otro rubro de trabajo), si hay algo que atrae gente a un stand es un autor firmando, punto.

Muy pocos tenían pantallas, merchandising, decoraciones especiales, promotoras, etc, etc. Miles de recursos de marketing que son comunes en cualquier otra instancia similar en otros rubros (desde productores de leche a importadores de camiones, incluso ferias de artesanía).

En general había bastante desorden en atención, presentación, etc.

Para el público en general era extremadamente fácil olvidar las ubicaciones de los puestos, confundiéndolos unos con otros, si a esto sumamos la estrechez del recinto en sí, no es de extrañar que muchas compras se frustraran simplemente porque el público no supo donde había visto el producto.

Había tres FILSA:

- La monumental muestra de editoriales internacionales con grandes stands, personal uniformado, uso de herramientas de marketing más elaborado, etc. Aunque varias cosas hubieran sacado ronchas a cualquier gerente de marketing de una empresa competitiva.

- El recinto infanto juvenil, mejor distribuido, con más espacio, pero casi oculto, se aprovechó bien por parte de algunos (chile comics por ejemplo hizo muy buen trabajo)

- La feria pobre, la sección de editoriales independientes, estrecha, mal ventilada, poco atractiva, etc. Donde los locatarios sin duda tuvieron que hacer míticos esfuerzos por salir adelante.

Faltaron por ejemplo, instancias más amigables con el quehacer obvio de los autores, por ejemplo un recinto con mesas de firma disponibles, más concursos, mas mesas redondas transversales, más apoyo a los fans, etc. Instancias que favorecieran el espectáculo primario de la convivencia autor/lector.

No pretendo pontificar, sino solo dar la opinión de público entendido, mas allá de lo especial que fue presentar mi nuevo libro, el conversar con colegas e incluso aprovechar la instancia (por impulso propio) para generar nuevas colaboraciones, etc. Todos temas que valoro como autor. Mi visión como simple público que acude a un evento fue bastante penosa, si eso lo matizo con mi experiencia en eventos similares y el conocimiento de cómo se planifica y estructura un evento de estas características, me temo que me quedo con varias malas impresiones.

Es de esperar que en la siguiente ocasión, veamos muchos de estos errores subsanados y que permitan que la gran mayoría de locatarios y actores del medio, no solo no deban en buen chileno “sacarse la cresta” solos para lograr sus objetivos, sino que vean un aumento significativo de un público masivo que permita expandir el alicaído mercado.

O sea, que no sea una FILSA tan a la chilena, por lo demás.

Veremos cómo funciona el próximo evento en la agenda: la Furia del libro.


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